Natación y Asma

Sabemos que hay muchos deportistas de gran nivel internacional que son asmáticos y que su deporte es o ha estado relacionado con el agua….

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Que el deporte más adecuado para un paciente que padece asma es la natación lo hemos oído en múltiples ocasiones. Sabemos que hay muchos deportistas de gran nivel internacional que son asmáticos y que su deporte es o ha estado relacionado con el agua. Desde los inolvidables, Rick Demont, Mark Spitz o Greg Louganis, a los actuales Tom Dolan, uno de los nadadores más prestigiosos de EE.UU. en estos momentos, o Amy Van Dycken la primera mujer americana que ganó cuatro medallas de oro en unos JJ.OO. El listado de nadadores famosos con asma es realmente extenso.

En nuestro país también gozamos de estos deportistas que superando su enfermedad llegan a ser tan buenos o mejores que sus compañeros no asmáticos. Los encontramos formando parte de la selección nacional de natación sincronizada, del grupo de saltadores de trampolín y palanca, o en un buen número entre los aspirantes junior y senior de carreras o de las selecciones A y B del combinado nacional de waterpolo. Este es un hecho curioso si partimos de la base que en nuestro país hasta el momento actual no se orienta al niño asmático a que practique ningún deporte, y por consiguiente la natación. Esta situación la confirman los propios deportistas 1-3, a diferencia de otros países donde esto sí ocurre.

Para poder comprender el porqué de la relación beneficiosa entre la natación y el asma debemos conocer las características del asma de esfuerzo que nos explicará en su origen fisiopatológico las causas de las crisis y como evitarlas.

 

Asma de esfuerzo
Es aquel tipo de asma en el que el origen de la crisis se debe a la realización de un ejercicio físico de mayor o menor intensidad y duración y que aparece en la mayoría de los pacientes con asma. En función del estado basal de la enfermedad y de las medidas higiénico-terapéuticas utilizadas para prevenirla podremos observar una prevalencia superior o inferior en la aparición de las crisis.

Pérdida de calor y/o humedad
La pérdida de calor se basa en el enfriamiento de las vías aéreas, resultado de la hiperventilación, que es seguido de un suplemento de calor hacia la mucosa cuando cesa el esfuerzo físico. La severidad de la crisis de asma es proporcional a la pérdida de calor por la mucosa bronquial, por lo que se sostiene la teoría de que la pérdida de calor por las vías aéreas es una de las causas fundamentales que la provoca.


Cuando un asmático hace un ejercicio en un ambiente frío la respuesta de broncoconstricción es más intensa cuanto más caliente es el aire que recibe en el momento de cesar el ejercicio. Se demostró que cuando se administra aire frío durante un ejercicio y al terminar se ofrece aire frío, como el de la prueba, aire a la temperatura de la habitación o aire a la temperatura corporal, la respuesta es más intensa a medida que la temperatura del aire inspirado en la recuperación es más alta . De ahí la importancia de nunca parar de repente, sino de una forma pausada, permitiendo una recuperación de la temperatura inicial de las vías aéreas de forma progresiva. Esta es también la razón de porqué existe una sensación de disnea en los individuos sensibles al entrar de una forma brusca en un lugar caliente después de un ejercicio de una moderada intensidad en un ambiente frío (p.ej. correr desde los autobuses hasta la piscina en invierno, o entrar en el bar de las pistas de esquí después de un esfuerzo intenso).

En conclusión podemos decir que la pérdida de calor y agua por la mucosa respiratoria son estímulos muy potentes para el estrechamiento de las vías aéreas en los paciente con asma. Los cambios físicos que se producen proveen un ambiente ideal para la liberación sustancias que favorecen la crisis.

Menos crisis con la natación que con la carrera libre
Es obvio que si la crisis de asma de esfuerzo se provoca por la sequedad del aire y en algunos casos por el enfriamiento de las vías aéreas junto a esta deshidratación de la mucosa, el lugar idóneo de temperatura y humedad es sin duda una piscina de interior, donde la humedad del ambiente debe ser entre el 60 y 70% y la temperatura entre 24 y 30ºC según la normativa actual. Por supuesto esto es en teoría porque en un estudio que realizamos previo a los JJ.OO. de Barcelona observamos en varias piscinas donde entrenaban nuestros nadadores que la temperatura media de una humedad superior al 80% y de una temperatura de 28 ºC, lo cual en la mayoría de los casos todavía beneficia más al paciente con asma.

El niño, adolescente o adulto con asma puede en este caso practicar un deporte con mayor seguridad y con más amplio margen terapéutico. Sólo un muchacho en un periodo muy inestable padecería una crisis en esas condiciones. Esta situación deberá evitarse, no sólo en este deporte sino en cualquiera, dado que la primera norma que debe seguir cualquier paciente con asma. No se debe hacer un ejercicio si el asma basal, por la razón que sea, no esta siendo bien controlado en ese momento, y/o se tiene sintomatología en reposo.

Beneficios de la natación en el asma
Se sabe que los practicantes de natación son quizá los únicos deportistas que por la práctica de su deporte ven mejorados sus parámetros de funcionalismo pulmonar de reposo con respecto a la población general. Con toda probabilidad por el control de la respiración y las maniobras respiratorias durante los numerosos entrenamientos. Si pudiéramos trasladar este hecho, sin duda esta actividad beneficiaría al paciente respiratorio crónico si practicara estos deportes desde pequeño. Desafortunadamente no existen estudios bien realizados que demuestren esta mejoría en los deportistas asmáticos. Los resultados ofrecen datos controvertidos, con pocos sujetos, poco tiempo de entrenamiento o entrenamientos muy livianos y en algún caso podrían justificarse de anecdóticos si bien nunca podrán considerarse negativos. De todos modos como conocemos y controlamos los valores espirométricos de los nadadores de gran nivel que han sido y son asmáticos en ellos podemos observar que algunos tienen valores de función pulmonar basal inferiores a los de sus compañeros e incluso a los de la población general. Esta situación que pudiera parecer negativa no les impide movilizar el volumen de aire adecuado a las necesidades de su metabolismo durante el ejercicio para aportar el oxígeno suficiente a sus músculos en activo durante la competición y eliminar el anhídrido carbónico sobrante de la misma forma y eficiencia que los no asmáticos.

No es en la enfermedad, en el proceso inflamatorio, donde se debe buscar una mejoría de la práctica de la natación, sino de la condición física general, en la adaptación específica de estos músculos respiratorios al ejercicio para realizar un trabajo de resistencia, sostenido, a pesar de un volumen en ocasiones ligeramente reducido. Debemos buscar el éxito en el mejor conocimiento de la enfermedad, de las limitaciones de la misma, de la calidad de vida, de la independencia social, y de todos aquellos atributos que se adquieren del juego en la evolución psicofísica del individuo. En un estudio que realizamos se demostró que la práctica de gimnasia o natación en los niños con asma mejoraba la condición física de forma que al final del periodo de entrenamiento era similar a la de los controles no asmáticos y mejoraba la sensación subjetiva de salud, aunque sus valores basales permanecieran invariables independiente de que practicasen uno u otro deporte. En definitiva, la ventaja de la natación es el mayor margen de seguridad con respecto al asma de esfuerzo que ofrece el clima particular del recinto donde se halla la piscina.


Cloro y asma
No sería correcto hablar de las piscinas sin mencionar un debate discutido desde hace varios años al respecto del cloro y otras sustancias irritantes que pueden provocar crisis de disnea en los practicantes de natación, sean o no asmáticos. Existen varias aseveraciones que el profesional de la sanidad debe saber y tener en cuenta al respecto. Por un lado, es cierto que existe una mayor prevalencia de reactividad bronquial en los nadadores frente a otros deportes y que se ha asociado a la concentración de cloro utilizado para desinfectar el agua del vaso. También es cierto que la cantidad de cloro inhalada por un competidor de natación durante su trabajo diario en la piscina está muy cerca, si no sobrepasa, los límites admitidos. Por otra parte no se ha demostrado que llegue a producirse una patología crónica por la inhalación de cloro, ni un agravamiento del asma, aunque sí la posible aparición de crisis de disnea en condiciones muy determinadas. En principio, si las condiciones de la piscina se mantienen dentro de la ley o de un rango de normalidad adecuado y si se mantiene un control periódico de la piscina y de la ventilación del recinto donde esta se halla, salvo situaciones excepcionales la seguridad del paciente con asma en el ámbito de la piscina no es diferente al de cualquier otro ser humano. Manteniendo las normas higiénico-terapéuticas del AIE se evitará cualquier situación desagradable.

 

El consejo que se pretende del presente artículo es que la natación es uno de los deportes más indicados para los pacientes con asma. Al respecto se debe mencionar que cuando se habla de natación no debe asociarse a nadar de un lado al otro de la piscina de una forma monótona y aburrida. La iniciación en otros deportes como la natación sincronizada, los saltos o la práctica del waterpolo ofrecen objetivos a corto plazo muy estimulantes, además de los muchos juegos que conocen los monitores de natación y que facilitan la adherencia del niño a las actividades acuáticas. Pero dado que no a todos gusta el agua debe recomendarse el ejercicio, el deporte, el juego que al paciente le atraiga más. Ese será, con toda seguridad, en el que pondrá más interés en desenvolverse y hallará los recursos necesarios para sobrellevar su enfermedad. Nuestra labor para con él debe ser orientarle, cuidarle y animarle en cada caso de forma individualizada. Somos uno de los eslabones más importantes en el futuro del niño con asma y no podemos renunciar a nuestra porción de responsabilidad.


Pauta de prevención de la crisis de AIE
Tratamiento del asma de base.
Terapia farmacológica previa al esfuerzo.
Calentamiento adecuado, intenso y prolongado.
Ejercicio a intervalos. (<5 minutos).
Ambiente caliente y/o húmedo -NATACION-
Respiración nasal siempre que sea posible.
Ejercicio submáximo. (<85% VO2 max.).
Utilización de una mascarilla buconasal en ambientes exteriores fríos o polucionados

Evitar el ejercicio en presencia de estímulos que provoquen asma (irritantes,infecciones respiratorias, alérgenos, contaminación…) o en periodos de exacerbación del asma basal.

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