NUNCA EL CORAZÓN SIN AGUA

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El tema de hoy, es sobre el retiro de los nadadores de pileta:


 


Que pasa cuando uno deja de nadar, y cuales son sus inmediatas consecuencias.


Se plantea la falta de objetivos, de motivación, el aburrimiento, los problemas económicos y hasta familiares; problemas de estudio, laborales, de pérdida de tiempo causado por los viajes, de cambio de ciudad, de club o de entrenador. O por proyectos muy convenientes que realmente reemplacen esas pocas horas que nos lleva esta árdua y espectacular disciplina de vida.


 


Dentro de las sensaciones que se viven cuando uno deja la práctica total, se pueden llegar a vivir momentos de frustración, de miedo, la gran necesidad de liberar energía o tensión,(en le caso de no realizar otro deporte), y a su vez la falta de estado. En lo personal, cuando he dejado de nadar temporalmente y conversado con otros exnadadores he percibido en ellos diferentes sensaciones de rechazo, de ansiedad y de arrepentimiento, como rindiendo luto a esta actividad acuática. A todo esto, luego de muchos años de práctica, y en continuo contacto con la natación, puedo decir literalmente que el corazón de uno se adapta a un tiempo importante de entrenamiento, y luego, sorpresivamente se deja de nadar, y que…


 


Un ejemple fue el de Mark Spitz. El único nadador de la historia de la natación olímpica, que obtiene 7 medallas doradas, en los Juegos Olímpicos de Munich 1972. Al tiempo de su brusco retiro, cerca de los 40 años de edad, regresa a las piletas, para intentar integrar el Team USA, en vísperas de los Juegos Olímpicos de Barcelona ¨92. Su sueño no se hizo realidad, pero sí, se reencontró con la actividad que más exitos y reconocimientos le haya dado en su vida.


 


Pienso que en todo cambio, hay diferentes caminos; uno es seguir con la práctica en menor frecuencia, volumen e intencidad, solamente por salud.


Otra es la natación para masters, donde vemos una actitud convincente, y un verdadero ejemplo de las personas que descubren y retornan  a la natación en otra edad y/o etapa de su vida. Y para aquellos que le gusta nadar, mas en libertad, enfrentando con mayor veracidad a los factores climáticos, en lugares abiertos, mares, ríos o lagos, y la posibilidad de intentar participar en aguas abiertas o carreras de distancia, es una enérgica y maravillosa alternativa, donde se ve en nuestro país cada día una mayor convocatoria.


 


He tenido la oportunidad de entrenar nadadores masters, y destaco a uno de ellos, Jorge Mendaña, que luego de haber tenido un grave problema cardíaco y por recomendación médica, volvió al deporte de su juventud, con una infaltable perseverancia y mejorando día a día su calidad de vida, y hasta dandose el gusto de participar en carreras de aguas abiertas. Él y entre otros nadadores masters, toman la natación con una placentera dedicación, sin aparterse de sus otras ocupaciones, descubriendo en si un verdadero estímulo deportivo.


 


Con la experiencia y la observación se ve la presión y la ansiedad, que se establece sobre el joven nadador, acompañada a veces por la de los entrenadores y allegados, donde puede llegar a ser  consecuencia en el fugaz abandono de su práctica. Los sabios dicen que hay que escuchar al cuerpo, yo agrego, que además, hay que «sentir y respetar el corazón».


El retiro del nadador debe ser lo más equilibrado posible y entender, que el que fue amante y consecuente de este lindo deporte, « no puede vivir con el corazón sin agua ».


 


Afectuosamente,


 


Alejandro Matías LECOT

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